La zona seca de Nicaragua, al año 2012, ocupaba el 30.1% del territorio nacional, ubicada en los municipios de Madriz, Nueva Segovia, Noroeste de Estelí, Centro sur de Matagalpa, Boaco, Chontales, Chinandega Norte, Managua Norte y la zona paralela al Océano pacífico que incluye parte de los departamentos de León, Managua, Carazo y Rivas.
Al 2017, se habían identificado 50 municipios que forman parte del corredor seco de Nicaragua (INETER, 2017).
Cuando hablamos de cambio climático, corresponden a cambios del clima, ocasionados por actividades humanas. Las zonas secas, corresponde a unidades geográficas y ecológicas con características propias, entre las que destaca la poca precipitación. Y finalmente cuando hablamos de recurso hídrico, pensamos en la disponibilidad de agua existente en el planeta. Hablar de estos tres componentes, es un tema de gran importancia para el ser humano, principalmente para los que habitan en zonas con limitaciones climáticas.
Según Bendaña 2012, en el País se identificaban 25 municipios, como los más críticos por afectaciones de los diferentes tipos de sequía, donde las precipitaciones promedios han llegado a ser inferiores a los 400 milímetros en períodos de lluvia, presentándose en los dos sub-período lluviosos que se presenta en el País (Primera y Postrera).
Sin embargo la afectación de la sequía severa, ha alcanzado 38 municipios, entre los que destacan: Santa María, Ocotal, Dipilto, Macuelizo, Mozonte, San Fernando, San Lucas, Somoto, Yalagüina, Palacagüina, Totogalpa, Telpaneca, Condega, La Trinidad, Pueblo Nuevo, San Juan de Limay, La Concordia, San Isidro, Sébaco, Ciudad Dario, Terrabona, Teustepe, San Lorenzo, San Francisco Libre, Tipitapa, Villa Nueva, Somotillo, Santo Tomas del Norte, Cinco Pinos, San Francisco del Norte, Santa Rosa, Jicaral, Larreynaga, Achuapa, Sauce, La Paz Centro y Nagarote y sector noreste de León. De los cuales el 40% forman parte del Pacífico de Nicaragua.
Las zonas secas, son territorios que se caracterizan por la poca lluvia, tiempos secos o carentes de lluvias de larga duración (desde 6 a 8 meses), convirtiéndola en las zonas más susceptibles a la variabilidad y el cambio climático. En el País, existen zonas donde el comportamiento de lluvias es irregular. Situación que provoca fragilidad en los sistemas de agua y medios de vida de la población que habitan en ellos. Las características de la sequía varía de crítica, severa definida y definida.
Según FIDA, 2016, "En el País, se han registrado sequias recurrentes, con intervalos irregulares, en 2011, 2014, y 2015 presentándose, dos sequias consecutivas, principalmente en la zona pacífico".
Existen tres tipos de sequía: Sequía Meteorológica, Sequía Agrícola y Sequía Hidrológica.
Sequía Metereológica: Es el grado de desviación de la precipitación en comparación con un comportamiento que se considera normal, a partir de una serie de tiempo preestablecida.
Sequía Agricola: Está relacionada con la sequía meteorológica y su impacto en los cultivos, considera el proceso en términos de balance de humedad, evaluando la evapotranspiración real y potencial, el déficit de agua en el suelo que a su vez depende de características físicas del mismo y niveles de reserva de agua.
Sequía Hidrológica: Ocurre por la insuficiencia en el agua superficial y subterránea. Se distingue cuando las precipitaciones se reducen durante un largo tiempo. Su impacto se ve reflejado en la recarga de acuíferos y lagos. Ese impacto es de largo plazo. La sequía hidrológica puede afectar la producción agrícola de varios años, la producción hidroeléctrica y la extracción de agua para consumo humano.
La variable climática y su influencia sobre el recurso agua, es directamente proporcional, ya que sin lluvias, no existe almacenamiento de agua en el suelo y subsuelo. Y sin presencia de árboles y cobertura vegetal no habrá infiltración de agua en los suelos, provocando severos daños a la producción y disponibilidad de agua en pozos, ríos y acuíferos.
La degradación y sedimentación por actividades agrícolas conduce a altos niveles de turbidez que altera y en algunos casos imposibilita el tratamiento del agua por cloración. Ya que Las aguas turbias, que arrastran muchos sedimentos, no se pueden clorar y, por tanto, no se pueden beber.
Por esta razón la población debe estar clara y consiente de la importancia de desarrollar acciones encaminadas a restaurar, proteger y conservar nuestro recurso hídrico. No solo viendo el agua para consumo humano, si no para la mejora de medios de vida, fuente para el desarrollo económico local y mejora ambiental. Trabajar bajo un enfoque integral del recurso hídrico es esencial para la población que habita en este corredor seco.
Priorizar un lineamiento principal para estrategias y proyectos, considerando proyectos integrales donde el sector agropecuario esté íntimamente ligado a las acciones socio-ambientales, agropecuarias locales, adaptadas al cambio climático; dirigidas hacia una agricultura climáticamente inteligente que considere la información climática cotidianamente en su toma de decisiones y que actúe con sentido de adaptación al cambio climático.
El proyecto Tecnología para la Gestión Sostenible del Recurso Hídrico, atiende 12 municipios en el Pacifico de Nicaragua, de los cuales siete forman parte de ese corredor seco, entre los que están: Somotillo, Villanueva, Jicaral, Larreynaga, Achuapa y Sauce, quienes encabezan los municipios más vulnerables por estar entre los municipios con sequía de crítica a severa, seguido del municipio de León quién forma parte de este corredor seco y posee una sequía definida.
Al mes de abril 2020, el proyecto desarrolla acciones para el fortalecimiento de capacidades de 322 CAPS en los 12 municipios del Pacifico de Nicaragua en temáticas como: Tecnologías de la Información para la Comunicación (TIC), Marco Legal, Controles Básicos de los recursos de un CAPS, Mantenimiento de sistemas de Agua, Gestión Integral del Recurso Hídrico y 51 inversiones (11 nuevas perforaciones de pozos y 11 mejoras en sistemas de agua). A la par de estas acciones se realizan trabajos y gestiones conjuntas con las municipalidades para apoyar los procesos de legalización de CAPS y alianzas estratégicas con otros actores con el fin de multiplicar esfuerzos en los diferentes municipios.
En las capacitaciones sobre sistemas de agua y gestión integral del recurso hídrico, se retoma la necesidad de que los pobladores, cuiden y protejan su recurso agua; instando a trabajar desde la protección de las fuentes, zonas de recarga, zonas inmediatas y cercanas con medidas que tienen resultados a mediano plazo; como lo es: La reforestación, manejo de regeneración natural, campañas de limpieza, entre otras. Para los agricultores y ganaderos, la disminución del uso de químicos, desarrollo de sistemas agroforestales y silvopastoriles, alternativas de alimentación de verano, realización de obras de conservación de suelos y aguas, siembra de especies frutales y cultivos alternativos que contribuyan en la mejora de su alimentación.
En este documento exhortamos a miembros de CAPS, comunidades beneficiarias, actores locales, comunidades y municipalidades a proteger su cuenca y sistema de agua. De la misma manera a organizaciones y entidades a trabajar de forma conjunta, formular y ejecutar proyectos para la gestión del recurso hídrico, desde una visión integral, desde la planificación, monitoreo, capacitación y acciones encaminadas a la mejora de cuencas y condiciones socio-ambientales que mejoren los medios de vida y salud de los pobladores de nuestros municipios.